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A partir de la mitad del siglo XIX se desarrolla en la capital de la provincia un importante despertar cultural con la creación de centros de enseñanza, científicos, artísticos, musicales, asociativo, etc... Sin desmerecer por omisión de algunos cito entre los más relevantes a la desaparecida Sociedad Económica del País de Santa Cruz de Tenerife, al asimismo desaparecido Gabinete Instructivo, la Academia de Bellas Artes, la Academia de Medicina, ambas muy activas en la actualidad, la Escuela de Náutica actualmente convertida en Escuela Superior de la Universidad de La Laguna. Establecimiento de Segunda Enseñanza, Casino de Tenerife y Círculo de Amistad XII de Enero, dos asociaciones de relieve en la vida cultural santacrucera.
Cuenta Poggi y Borsotto 1881, “...la población de Santa Cruz aumentaba día a día y se necesitaba un sitio de sombra, expansión y solaz que ofrecer a sus habitantes especialmente en la estación estival. La Alameda de la Marina, no era suficiente en un tiempo para el vecin- dario, no podía ya contener la inmensa concurrencia que a ella afluía, con especialidad en días festivos”, por ese motivo las autoridades municipales decidieron en 1822 adquirir la huerta del convento de San Francisco para construir en ella la plaza pública que necesitaba la ciudad. Tras un prolongado periodo se finalizaron las obras del espacio y fueron plantados los primero árboles entre 1850 y 1860. La alameda tenía un doble paseo y otro circular. Los árboles plantados fueron plátanos del Líbano (Platanus hispánica), turbitos (Schinus terebinthifolius) y Laureles de indias (Ficus microcarpa) traídos ese año a la isla procedentes de Cuba por el capitán de la Marina mercante don Domingo Serís y Granier. Dos de ellos fueron plantados además por esas fechas en el patio interior del castillo de San Cristóbal.
En 1881 el Jardín de Aclimatación, aludido ya, pertenecía a D. Juan Manuel de Foronda. Poggi Borsotto presenta un catálogo de 40 árboles la mayoría frutales, algunos maderables y medicinales como el Alcanfor y los Eucaliptus.
La ciudad se extiende y comienzan a construirse plazas ajardinadas donde el predominio de los Laureles de Indias como especies frondo- sasvanadquiriendopredominioforestalurbanocreciente.Elantiguopaseodeloscochestambiénya nombrado,recibeladenominación Rambla del XI de Febrero (en honor a la fecha de proclamación de la I República) comenzó su remodelación en 1853 y duró hasta 1873.
A.B. Ellis, militar inglés que visitó en reiteradas ocasiones la isla donde falleció y fue enterrado el 5 de mayo de 1894, en su primera exten- sa crónica de su visita a la isla en 1870, describe la entrada a una vivienda de Santa Cruz de la siguiente manera “al atravesar un zaguán de lozas de piedra y luego en el centro de la casa, aparece un patio interior adornado con arbustos floridos, flores y enredaderas etc...” sin especificar las plantas. De igual forma se refiere a la Alameda “...el jardín público o alameda es un curioso y pequeño lugar provisto de asientos, árboles y flores subtropicales y una fuente” y añade “...al ser muy estéril, el campo situado en las proximidades de Santa Cruz no produce mucho mas que tuneras, que se cultivan en las pendientes de las montañas en terrazas, para la cría de la cochinilla”.
Durante las dos décadas antes de finalizar el siglo XIX se construyen dos plazas arboladas en la parte superior del progresivo ensanche de la ciudad: La Plaza del Hospital Militar actualmente de Pedro Schwartz en 1880 y la Plaza Weyler en 1893. Todos estos espacios sufrieron